Psicoterror Católico
Mira que te mira Dios
Mira que te está mirando
Mira que te va juzgar…
Así hablaba el sacerdote en su acostumbrada misa diaria, dándole un tono acusador a su voz, terrorífico, para que las pequeñas cabecitas de las niñas y de las no tan “niñas” del colegio de monjas se sintieran aterrorizadas y constantemente miradas, juzgadas, por ese Dios que todo lo sabe y todo lo ve…
Y yo me preguntaba, a mis escasos 7 años: ¿Cómo es que mira Dios? ¿Cómo sabe lo que hago, lo que pienso? Esa voz del sacerdote retumbaba en mi cabeza y me respondía, debe ser que ese Dios está en mi mente…
Trataba de no hacer nada indebido para que ese Dios no se molestara, no me castigara, porque él era muy iracundo. Pero yo comenzaba a cuestionar mi entorno escolar, el cual mis padres juraban que era el mejor por ser un colegio de monjas y porque la educación católica es buena, pues porque viene de Dios. En esa escuela había otra parte oculta para muchos: allí llevaban adolescentes que recogían en la calle, de reformatorios, de bares, jóvenes que se prostituían, consumían drogas, robaban y las monjas eran hostigantes, iracundos, arrogantes y maltratadores. En ese ambiente me preguntaba ¿es que allí no mira Dios? A la final deduje y me di cuenta de que todo eso era mentira, que ese Dios no existía, que todo el mundo hacía lo que le daba la gana y nada pasaba, que oraba y que nada cambiaba, en fin viendo ese panorama fui sacando mis propias conclusiones y dejando de creer en ese “Dios”.
Pero siempre, en el fondo del subconsciente, quedaba esa vergüenza, ese miedo y a veces era torturante. Me volvi insegura, dependiente, esclava… pero a ratos también iba pasando, había una fuerza interna que me hacia superar todo y salirme de ese esquema, y a medida que la vida práctica me enseñaba sobre lo que no existe, te vas apoderando de tu luz interior y te haces más fuerte, indoblegable.
Ahora, como docente de niños y niñas procuro explicarles de la manera más práctica y evidente su poder interior, tratando de refutar los conceptos o lo que se les ha enseñado acerca de ese Dios iracundo y los “valores” del esquema religioso. A veces se hace difícil, debido a los patrones culturales que influyen mucho y están muy arraigados, aun así lo hago, intentando no imponer mis creencias sino motivar a que en cada uno surja el cuestionamiento y el descubrimiento; aportando con mi entorno y el futuro.
Como madre, ninguno de mis hijos fue bautizado y eso me ha traído miles de críticas de familiares y amigos, ni a mis hijos, ni a mi, nos importa, ni nos hace falta. Ahora en esta etapa de mi vida tengo muchos más argumentos sustentables para explicar esta situación, pero las cabezas arcaicas, esclavas, son duras y muchas veces es una gran pérdida de tiempo y energía convencerlos.
Hoy en día me siento privilegiada. Nadie me mira, nadie me juzga, nadie me maneja, siendo yo misma la que controla mi mundo.
¡Salve el Yo!
Mariel, IML/APL Venezuela
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